Sumergirse en el sueño se parece tanto al modo en que ahora debo avanzar hacia mi libertad… Entregarme a lo que no entiendo será como colocarme en los límites de la nada. Será como avanzar sin avanzar apenas, y como una ciega perdida en el campo. Esa cosa sobrenatural que es vivir. El vivir que yo había domesticado para volverlo familiar.

¿Estoy desorganizada porque he perdido lo que no necesitaba? En esta mi nueva cobardía —la cobardía es lo más nuevo que me acontece, es mi mayor aventura, esa mi nueva cobardía es un campo tan amplio, que solo una gran valentía me lleva a aceptarla—, en mi nueva cobardía, que es como despertarse por la mañana en casa de un desconocido, no sé si tendré valor para simplemente marchar. Es difícil perderse. Es tan difícil, que probablemente prepararé deprisa un modo de hallarme, incluso aunque hallarme sea nuevamente la mentira de que vivo. Hasta ahora hallarme era ya tener una idea de persona en la que insertarme: en esa persona organizada me encarnaba, y en lo mismo sentía el gran esfuerzo de construcción que era vivir. La idea que me hacía de la persona procedía de mi tercera pierna, de la que me sujetaba al suelo. Pero ¿y ahora? ¿Seré más libre?
No. Sé que aún no siento libremente, que pienso de nuevo porque mi objetivo es hallar, y que por seguridad denominaría hallar al momento de descubrir un medio de salida. ¿Por qué no tengo valor para hallar al menos un medio de entrada? Oh, sé que he entrado, sí. Pero me asusté porque no sé a dónde conduce esa entrada. Y nunca antes me había yo dejado llevar, a menos que supiese hacia qué.
Ayer, sin embargo, perdí durante horas y horas mi montaje humano. Si tuviese valor, me dejaría seguir perdida. Pero temo lo que es nuevo y temo vivir lo que no entiendo; quiero siempre tener la garantía de, al menos, pensar que entiendo, no sé entregarme a la desorientación. ¿Cómo explicar que mi mayor miedo esté precisamente relacionado con el ser? Y, no obstante, es el único camino. ¿Cómo se explica que mi mayor miedo sea precisamente el de ir viviendo lo que vaya sucediendo? ¿Cómo se explica que no soporte yo ver, solo porque la vida no es la que pensaba sino otra?, ¡como si antes hubiese sabido lo que era! ¿Por qué el ver produce una desorganización tal?
Y una desilusión. Pero, desilusión, ¿de qué? ¿Si, sin ni siquiera sentir, yo soportaría mal mi organización apenas construida? Tal vez la desilusión sea el miedo a no pertenecer más a un sistema. A pesar de ello, se debería decir así: él es muy feliz porque finalmente se desilusionó. Lo que yo era antes no era bueno para mí. Pero de ese no-bueno yo había organizado lo mejor: la esperanza. De mi propio mal había creado un bien futuro. El miedo ahora ¿es que mi nuevo modo carezca de sentido? Pero ¿por qué no me dejo guiar por lo que vaya ocurriendo? Tendré que correr el sagrado riesgo del azar. Y sustituiré el destino por la probabilidad.