Jamás sentí labios más exquisitos, más suaves, más maravillosos que los de… Me desespero pensando en ese beso de despedida. Es como haber pegado para siempre su rostro en mí. Estoy atada a sus labios. Escribo para no angustiarme. Sólo me consuela el momento de verlo de nuevo.
En estos tiempos no sé, por así decir, lo que quiero; tal vez no quiero lo que sé y quiero lo que no sé
Marsilio Ficino, carta a Giovanni Cavalcanti, c.1475
Miedo de mí. Cada vez que pienso en mí dejo de reír, de cantar, de contar. Como si hubiera pasado un cortejo fúnebre
Alejandra Pizarnik
Ya solo habla de amor, dice el libro. Antiguo beso eléctrico hiper-digitalizado. Sociedad de la transparencia. Amor líquido, espeso. Fotocopias de Kurtag-Bach , transcripciones para piano a cuatro manos. Schubert. Películas. Ronda. Grazalema. Bilbao. Cuenca. Marie Moody. In a cage. Romper con todo es fácil si hubiera algo, pero… ¿hay algo? Costumbre. Decepción. Desencanto.
Ya solo habla de amor, dice el libro. Y remembranzas. Y tocar mi boca con tu espalda, besar tus hombros y creer que sólo ahí nos absorbemos vivos, nada más, soy una perra hambrienta, pura palabra y silencio. A veces creo que no soy nada. A veces sueño que lloro y siempre acabo llorando de veras, como ahora y hasta en los mejores momentos, incluso hasta cuando ya solo hablo de amor y soy consciente. Joder, ójala y no nos hubiéramos conocido jamás aquella noche y no.
Ya sólo hablo de amor. Qué bonita es tu espalda. Qué bonito eres tú. Qué bonitos hemos sido y cuanta pena hemos dado y nos hemos dicho. Cuantos camiones nos han recogido atropellados en la calle y qué poco nos hemos valorado. Tengo miedo, abrázame.
No importa si cuando llama el amor
yo estoy muerta.
Vendré.
Siempre vendré
si alguna vez
llama el amor.