Después que escribí esto, un amigo garrapateó en la página, <<Sí.>>

Y dije, pero sólo a mí misma, <<Me gustaría que se tratara de un arrebato diferente -como con Molly Bloom con su «y si yo digo sí yo quiero Sí».>>

No es una tortuga, escondida en su pequeña concha verde.

No es una piedra que tú puedes elegir y poner debajo de tu ala negra.

No es ningún vagón de metro obsoleto.

No es un pedazo de carbón que puedas encender.

Es un corazón muerto.

Está dentro de mí.

Es un extraño y sin embargo fue una vez agradable, como un molusco que se abría y cerraba.

Lo que me ha costado no lo podéis imaginar, loqueros, curas, amantes, niños, esposos, amigos y todo.

Bastante caro el mantenerlo en función.

Pero devolvía algo.

¡No lo niegues!

Me gustaría saber si abril lo llamaba a la vida.

¿Un tulipán? ¿El primer capullo?

Pero esto son sólo cavilaciones de mi parte, la compasión que se tiene cuando una mira un cadáver.

¿Cómo murió?

Lo llamé MAL.

Le dije: tus poemas apestan como vómito.

La última frase ya no la oí.

Murió en la palabra MAL.

Lo hice con mi lengua.

La lengua, dicen los chinos, es como un cuchillo afilado:

Mata sin que corra la sangre.

 

 

Cuidado con las palabras, precisamente con las milagrosas. Con las milagrosas damos lo mejor, a veces enjambran como insectos y no dejan una picadura sino un beso. Pueden ser tan buenas como dedos. Pueden ser tan leal como la roca en la que pones tu trasero. Pero ellas puede ser margaritas y heridas.

A pesar de todo siento amor por las palabras. Son palomas que caen del techo. Son seis santas naranjas posadas en mi seno. Son los árboles, las piernas del verano, y el sol, su cara apasionada.

A pesar de todo me fallan a menudo. Es demasiado lo que quiero decir, demasiadas historias, imágenes, proverbios, etc. Pero las palabras no son bastante buenas, me besan las inadecuadas. A veces vuelo como un águila pero con las alas de un reyezuelo.

Pero intento tener cuidado y ser amable con ellas. Palabras y huevos hay que tratarlos con cuidado. Una vez rotos son cosas imposibles de reparar.