En esa frente líquida se bañaron Susanas como nubes que fisgaban los viejos desde las niñas de mis ojos púberes.
Cuando éramos dos sin percibirlo casi; cuando tanto decíamos la voz <<amor>> sin pronunciarla; cuando aprendida la palabra mayo la luz ya nos untaba de violetas; cuando arrojábamos perdida nuestra mirada al fondo de la tarde,
a lo hondo de su valle de serpientes, y el Ave Rokh del alba la devolvía llena de diamantes, como si todas las estrellas nos hubiesen llorado toda la noche, huérfanas.
Y cuando fui ya sólo uno creyendo aún que éramos dos, porque estabas, sin ser, junto a mi carne. Tanto sentir en ascuas, tantos paisajes malhabidos, tantas inmerecidas lágrimas.
Y aún esperan su cita con Nausícaa para llorar lo que jamás perdimos.
El Corazón. Yo lo usaba en los ojos.