Es el valor de confesarlo todo frente a cada cuestión lo que caracteriza al filósofo. Tiene que ser como el Edipo de Sófocles que buscando aclaración de su terrible destino, continuó su infatigable pesquisa hasta que adivinó ese apabullante horror que le esperaba en la respuesta. Pero la mayoría de nosotros lleva en su corazón la Yocasta que suplica por Dios a Edipo que no siga investigando…
De una carta de Schopenhauer a Goethe, noviembre de 1815.