Lejos de la felicidad.

Sumirse en un estado que se asemeja a la desesperación, sin lograr no obstante alcanzarla.

Una vida a la vez complicada y sin interés.

Desvinculado del mundo.

Los paisajes inútiles del silencio.

Un amor. Uno solo. Violento y definitivo. Hecho pedazos.

La gente está desencantada.

Todo aquello que tiene en su naturaleza surgir, tiene en su naturaleza cesar. Sí. ¿Y qué? Yo la amé. La amo. Desde el primer momento ese amor fue perfecto, completo. En realidad no se puede decir que el amor aparezca; más bien, se manifiesta. Si se cree en la reencarnación, el fenómeno resulta explicable. La alegría de reencontrarse con alguien que ya conocemos, que siempre hemos conocido, desde siempre, en una infinidad de encarnaciones anteriores.

Si no se cree, es un misterio.

Yo no creo en la reencarnación. O, más bien, no lo quiero saber.

Perder el amor es también perderse a uno mismo. La personalidad se esfuma. No nos quedan ni las ganas, no contemplamos ya siquiera lo de tener una personalidad. Ya no somos, en sentido estricto, más que sufrimiento.

Lo mismo es, con diferentes modalidades, perder el mundo. El vínculo se rompe de inmediato, desde el primer segundo. El universo nos es, al principio, extraño. Luego, poco a poco, se vuelve hostil. También él es sufrimiento. No hay más que sufrimiento.

Y siempre esperamos algo.

El conocimiento no entraña sufrimiento. No podría de ninguna manera. Es, con exactitud, insignificante. Por las mismas razones, tampoco puede entrañar felicidad. Todo lo que puede entrañar es cierto consuelo. Y ese consuelo, muy débil al principio, se vuelve poco a poco nulo.

En conclusión, no he podido descubrir ninguna razón para buscar el conocimiento.

Imposibilidad repentina -y aparentemente definitiva- de interesarse por cualquier asunto político.

Todo lo que no sea puramente afectivo deviene insignificante. Adiós a la razón. Ya no hay cabeza. Sólo corazón.

 

Viviremos, amada día, sin ninguna ironía, y nos compraremos tal vez unos canarios, me gusta cuando vas desnuda a coger el teléfono, hay pocos que amen y menos aún que se entreguen.

Al cabo de unas horas el cielo está casi rojo, nuestra mirada resbala y sucumbe y a veces nuestros cuerpos se remueven, no hay en realidad más camino conocido, suceden cosas totalmente indecibles.

Yo no he sido nunca lúcido del todo, no me gusta el ruido y tengo horror al vacío, la entrega total de uno mismo es un estado furtivo, incierto; en cualquier caso, es un placer muy vivo.

Y la fascinación es una segunda vida; existe otra vida que atraviesa el mundo; algunos seres amándose hicieron temblar la tierra, otros van al amor como quien va al mar.

Y cuanto más te conozco, más fijo la mirada.


Nous vivrons mon aimée sans aucune ironie, et nous achèterons peut-être des canaries. J´aime quand tu vas nue répondre au téléphone, Il y en a peu qui aiment et très peu qui se donnent.

Au bout de quelques heures le ciel est presque rouge, nos regards glissent et meurent et parfois nos corps bougent, Il n´y a plus vraiment de parcours prévisible, Il se passe des choses totalement indicibles.

Je n´ai jamais été parfaitement lucide, Je n´aime pas le bruit et j´ai horreur du vide, le don total de soi est un état furtif, incertain; toutefois, c´est un plaisir très vif.

Et la fascination est une vie seconde; Il y a une autre vie qui traverse le monde; certains êtres en s´aimant ont fait trembler la terre, d´autres vont à l´amour comme on va à la mer.

Et plus je te connais, plus mon regard est fixe.

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Un Adán sin Eva no es gran cosa, suspiraba Adán delante de la programación erótica de TF1. Habría debido casarse, tener críos o algo; por muy buenos que sean los perros, un perro sólo es un perro.


Un Adam sans Ève, ce n´est pas grand-chose, soupirait Adam devant l´emission érotique de TF1. Il aurait dû se marier, avoir des gosses ou quelque chose; les chiens ont beau être gentils, un chien reste un chien.

En un cine porno, unos jubilados cascados contemplaban, escépticos, los retozos mal filmados de dos lascivas parejas; no había argumento.

He ahí, pensaba yo, el rostro del amor, el auténtico rostro. Algunos son seductores, y seducirán siempre, y el resto sobrevive.

No existe ni el destino ni la fidelidad,sólo cuerpos que se atraen. Sin sentir ningún apego ni, desde luego, piedad, uno juega, y después destroza.

Algunos son seductores y por lo tanto muy amados; sabrán lo que es un orgasmo. Pero hay tantos otros cansados y sin nada que ocultar, ni siquiera un fantasma;

Si acaso, una soledad agravada por la impúdica alegría de las mujeres; si acaso, una certeza: <<eso no es para mí>>, un oscuro y pequeño drama.

Con certeza morirán un poco desengañados, sin ilusiones poéticas; practicarán a conciencia el arte de despreciarse, será algo mecánico.

Me dirijo a todo aquel que nunca haya sido amado, que nunca supo gustar; me dirijo a los ausentes del sexo liberado, y del placer corriente.

No temáis, amigos, vuestra pérdida es mínima: el amor no existe en ninguna parte. Sólo es una broma cruel de la que vosotros sois víctimas, una jugada de experto.

Desde un punto de vista estructural, la vida de un alemán recuerda bastante a la vida de un trabajador inmigrante. Tomemos un país A y un país B. El país A ha sido concebido como país de trabajo; todo en él es funcional, aburrido y preciso. El país B es un país de ocio, para pasar las vacaciones y la jubilación. Uno lamenta irse, desea regresar. Es en el país B donde uno hace amistades de verdad, amistades íntimas, allí se compra una casa, que quiere legar a sus hijos. Normalmente, el país B está más al sur.
¿Podemos concluir que Alemania se ha convertido en una región del mundo donde el alemán ya no quiere vivir, y de la que huye en cuanto puede? Creo que sí. Así que la opinión de un alemán sobre su país natal se parece a la opinión de un turco.